domingo, 24 de mayo de 2009

22 de mayo en la escuela nº 31

escribe Alejandra:

Hola a todos:

Les cuento que hoy a la mañana me desperté re temprano y preparé todo con grandes ansias, acomodé todos los libros en una mochila, desarmé la caja para poder armarla con los chicos y después organicé el bolso con las actividades. Todo eso, más un paraguas, me acompañó a la estación donde me encontré con mi compañera Mili, y empezamos a andar…. Fuimos juntas de Ballester a José L. Suarez para tomar un colectivo, la cuestión es que entre idas y vueltas terminamos tomando un colectivo que nos dejó a 10 cuadras de la escuela, y por suerte preguntando se llega…..

Cuando llegamos, para nuestra sorpresa, ambas ya habíamos ido a esa escuela y juntas.

En la escuela nos atendieron la directora y la bibliotecaria de la escuela, que luego nos acompañó al aula de primero para realizar el primer taller.

Cuando llegamos y entramos todos los chicos estaban realizando una actividad, el maestro nos presentó y continúo realizando unas correcciones en los cuadernos de los chicos. Nosotras nos presentamos y les dijimos de dónde veníamos y qué les íbamos a mostrar.

A partir de acá todo es sentimientos diversos….la verdad es que cada cosa que pensamos en hacer con respecto a las actividades se ve muy distinto cuando estás en el aula y en frente de los chicos.

Al comenzar el taller, inventamos con Mili una historia, en la que veníamos de un viaje largo, muy largo, del cual les habíamos traído muchos recuerdos….los libros, en ese momento saqué los libros de la mochila y los esparcimos en un mesa vacía, en ese instante todos los chicos se pararon y vinieron a buscar un libro y se lo llevaron nuevamente para su lugar. Algunos agarraron 2, otros los hojeaban, otros solo lo tenían, algunos se los llegaron a intercambiar y otros se quedaban sin libro…ahí fue cuando de manera espontánea con Mili comenzamos a pasar por los grupos y ver qué era lo que estaban viendo de los libros, quiénes tenían más de uno para poder prestárselo a otro compañero, ver qué les parecía o comentarles de qué se trataba el libro que tenían en sus manos. Hubo muchas situaciones, algunos no les gustaba ningún libro, otros no se habían acercado a agarrar ninguno, otros se peleaban por algún libro en especial, otros lo compartían y lo miraban juntos, otros ya querían llevarlo a sus casas, otros los intercambiaban o hablaban de los libros con otro compañero, etc.…hubo muchísimas situaciones.

Lo que más observamos era su entusiasmo y cómo miraban los libros, dándoles un espacio para esto. También vi la necesidad de hablar de cómo tratar a los libros, porque por situaciones de tironeo o de querer guardárselos para ellos, los libros se comenzaban a arrugar y no faltaba alguno que los quería escribir. Así que fuimos diciéndoles para qué son los libros y que en estos libros no se escribe, no se los tira en el piso, no se rompen las hojas y que se prestan porque son para todos.

Una vez terminada esta fase, vimos que con los libros que mas se habían familiarizado los chicos, o un grupo mayor de ellos era con el libro de los Piojemas y el Zoom. Entonces para asegurarnos que todos tuvieran conocimiento del libro, por si no lo habían visto, se lo comentamos rápidamente y les propusimos que realicen en sus cuadernos un dibujo de “las cosas que pueden ser grandes para los piojos”. Les preguntamos a ellos que les parecías y comenzaron a decir que cosas pensaban que eran grandes para los piojos: elefantes, camiones, la cabeza de un chico, casas, flores, etc.…Así empezaron a dibujar. Todos preguntaban y venían a mostrar que habían hecho.

Luego, comenzamos a guardar los libros en la caja, pero al comenzar a armarla había chicos que querían guardar los libros y otros no, lo que llevo a un gran movimiento en el aula y algún tironeo.

Igual, quiero contarles que desde un primer momento hubo mucho movimiento en el aula, muchas veces necesitamos intervenir para que los chicos nos pudieran escuchar y poder proponerles la consigna, y en esto el títere ayudó un montón, Mili agarró el títere y en un momento solo lo escuchaban a él, después necesitamos cantar la lechuza para tratar de volver a escucharnos y tener un espacio para hablar, al igual que intervenir en cada mesa para que dibujen y realicen la propuesta.

En este taller me sentí bien, acompañada por la persona que se encontraba a mi lado y contenta por como los chicos nos habían recibido, pero no dejo de resaltar que tuvimos que realizar muchas intervenciones para tratar de que ellos nos escuchen, que respeten el tiempo de otro a la hora de ver un libro, que los presten, o que los cuiden. Hubo mucha corporeidad presente, desde aquellas positivas hacia nosotras hasta aquellas no muy gratas como empujones, enojos y llantos con respecto a sus compañeros por los libros. Cuántas cosas se pueden generar ¿no?

Cuando salimos fuimos al otro primero, ambas pensamos que la misma historia del viaje podía ser utilizada, pero esta vez íbamos a probar que pasaba si yo también usaba el títere, pero una vez más apareció la diversidad y la singularidad de cada chico. Funcionó solo un rato, los chicos eran otros, el contexto era el mismo pero el aula otra y cada uno los sintió de otra manera. En este grado si bien había más chicos inquietos y con grandes demostraciones de enojo se pudo trabajar igual.

Al mostrarles la caja con los libros se abalanzaron a ella, todos querían un libro, casi no pudimos ponerlos en la mesa. También hubo que intervenir para que los prestaran, cambiaran, no los maltrataran y pudieran compartir con sus compañeros; además de necesitar intervenciones para escucharnos, escuchar los sonidos del aula, cantar la lechuza o hacer algo de ruido con la caja para poder llamar su atención. En este grado se notaba mucho más la corporeidad, hubo muchísimas más peleas entre los chicos, corridas y enojos. Se ve muy marcada la dificultad de poner en palabras lo que les pasa y de apropiarse o arraigarse a lo que se les presenta, esto de que cuando agarraban algún libro que les gustaba no lo querían prestar a nadie y era solo para ellos.

Luego les propusimos el cuento de Caperucita Roja, ya que era el más conocido por todos y vimos que no todos pudieron ver los cuentos que llevamos. Comenzamos a relatar y que ellos completen el relato con las cosas más importantes que iban pasando, cuales eran los personajes y qué les pasaba. Muchos dijeron cual era su lobo, o sea sus miedos y salieron cosas interesantes como: el cuco, e labrón, el hombre sin cabeza, el enano, el hombre de la bolsa, etc. Y después de terminar el relato, les propusimos que dibujaran en su cuaderno a Caperucita y a sus lobos. Esto costó bastante, porque se diferencia ba en el aula a aquellos que se disponen a realizar la consigna y se distinguía un grupo de nenes que no quería realizar nada o peleaba mucho a otros chicos. En este caso, fuimos pasando por los grupo con Mili a ver que realizaban, los incentivamos a colorear sus dibujos y nos acercamos a motivar a los chicos que no querían hacer nada, ahí fue cuando salió con los chicos el tema de los autos, las motos y ¿por qué no? una Caperucita que anda en moto o en un auto o en un camión. Creo que esto último hizo que en un momento dado, todos estén dibujando y pintando sus dibujos, y cada vez que te venían a mostrar el suyo se les ocurría algo para agregar o para pintar. Aquellos que estaban muy necesitados de atención empezaron a ser protagonistas de sus dibujos y sus producciones, comenzaron a participar de todo lo que hacía el grado.

En esta aula, se puede decir que costó un poco màs que ellos pudieran terminar concretando algo de lo que habíamos hecho con los cuentos, pero fue en el que más sentí que habíamos dejado algo importante, porque más allá de las dificultades o de la manera en la cual ellos se expresaban con su cuerpo, imponiendo o mostrando lo que les pasaban con enojo, fue donde al finalizar el taller nos llevamos mayores expresiones de afecto. Aquellos chicos a los que parecía que no podíamos llegarles desde el grupo, nos acercamos de forma individual y se produjo un cambio, su actitud fue otra. No solo pudieron despedirnos cálidamente si no que también algunos chicos nos hicieron parte de sus dibujos y de sus producciones gráficas.

En ambos grados, fuimos muy bien recibidas tanto desde la escuela como desde los docentes, los chicos desde sus particularidades y características creo que pudieron acercarse desde otro lado a los libros. Me sentí muy a gusto y en cada aula sentimos una fluctuación de los momentos, había momentos en los que los chicos estaban muy enganchados con la propuesta y momentos en los que no, una sensación rara, no de incomodidad sino que iban y venían. Eso me llevaba a pensar que por ahí no les gustaba o no estábamos llegando a ellos, pero el finalizar mi idea cambiaba… ellos nos hacían participes de sus dibujos, buscaban mucho nuestra aprobación y los motivaba el hecho de decirles lo lindo que estaban sus dibujos, nos dieron muchos abrazos y besos al irnos. Todo esto cambió mi idea, si habíamos dejado huella, si habíamos participado todos en un taller y el que al principio parezca un desorden no significaba nada porque desde ese desorden salió algo lindo que deja en mí una experiencia muy rica.

Bueno, era mucho que contar y mucho que seguro me estoy olvidando. Pero ese fue nuestro día de andar….

Gracias.

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